El Real Madrid está en cuartos de final de la Champions y eso es lo más importante para el conjunto blanco. Pero mientras el Metropolitano se despierta y alucina con lo vivido hace unas horas en sus entrañas, donde los dos principales equipos de la capital de España volvieron a escribir una historia que perdurará para la eternidad en la historia de los derbis, toca analizar como los hombres de Ancelotti lo volvieron a hacer. Y esta vez, esta vez sí, parecía que era el día… pero no.
Nadie se mueve como el Real Madrid en la zona Real Madrid. Redundante, posiblemente. Pero es que el equipo blanco es capaz de hacer feliz a su rival sólo porque este ha logrado hacerle sufrir en la Champions. Lo dijo Simeone después de caer, otra vez, contra su eterno rival capitalino. Los de Ancelotti han firmado una eliminatoria pobre, mala. No estuvieron bien ni en la ida, donde pudieron casi cerrar el encuentro en el descuento, pero Mbappé no acertó al dar el pase a Vinicius, pero donde jugaron realmente regular. Los blancos fueron peores en la primera mitad.
En la vuelta, en el Metropolitano, el Real Madrid sabía que debía ser serio en los primeros minutos. De 15 minutos hablaban en Valdebebas. Ni 30 segundos resistieron. La puesta en escena de los blancos fue lamentable. Sin tocar el balón, sin dar un pase, ya perdían 1-0 en el partido y tenían la eliminatoria igualada. Todo lo hablado se había ido al traste demasiado pronto.
Y cuando parecía que empezaba a cambiar la tendencia, con la única genialidad del jugador más genial de la eliminatoria, Mbappé, el Real Madrid provocó un penalti que Vinicius ejecutó de la peor manera posible. Un disparo que se marchó a las nubes, perdiendo una oportunidad de oro para volver a coger ventaja en la eliminatoria.
Pero, como el Real Madrid tiene mil y una vidas y una zona donde goza como pocos, tras cuajar un mal encuentro, llegó la tanda de penaltis y pasaron cosas, porque con los blancos y la Champions como escenario siempre pasan cosas. Y pasó con Julián Álvarez, que en su disparo se resbaló y lo metió, pero, tras la intervención del VAR, se detectó que el argentino tocó dos veces la pelota, quedando anulado el gol. En ese momento, todo comenzó a cambiar.
Posteriormente, falló Lucas Vázquez y el Atlético volvía a la vida, pero Marcos Llorente, madridista de cuna y de algo más, aunque ahora se enfunde la rojiblanca y la defienda con una profesionalidad excelente, recogió el testigo de Juanfran en Milán mandando a la madera un disparo que terminó de matar a los de Simeone. Finalmente, Rüdiger no falló, el Real Madrid celebró y confirmó que al rey de Europa debes matarlo varias veces, ya que si lo dejas con vida te la acabará liando. Y es que, nadie se mueve como los blancos en su zona.
El Real Madrid está en cuartos de final de la Champions, donde le espera el Arsenal. O, mejor dicho, él espera a los ingleses. También está un partido de jugar la final de la Copa del Rey y luchando por la Liga. Todo esto sin Carvajal y Militao, además de las lesiones que van acumulándose y un calendario frenético. Los blancos no están bien, pero menos mal que están y siguen demostrando que son capaces de sobreponerse a todo.
